Desbancando el mito de la bolsa
En resumen lo digo, entiéndelo mejor
el dinero es del mundo el gran agitador
hace señor al siervo y siervo hace al señor
toda cosa del siglo se hace por su amor
(Arcipreste de Hita, S XIV)
Puedo citar como ejemplo más cercano, y creo que ilustrativo, a mis padres. Ambos fueron personas inteligentes, formadas, cultas, y sin embargo no fueron sido capaces de invertir ni ahorrar. Mi padre fue un profesional liberal y ganó sumas considerables. De haber invertido una parte del dinero ganado aquellos años, hoy escribirá yo este blog posiblemente desde Barbados. Sin embargo, prefirió mantener el dinero en el banco, comprar un coche, después otro... y la inflación hizo el resto. 100,000€ del año 1999 equivalen 20 años después, a 31 de diciembre de 2018, a 140,000€ en poder adquisitivo (inflación del 39%). En cambio, 100,000€ invertidos en el IBEX 35 en el año 1999, incluyendo la burbuja de las .com en 2001 y la gran crisis financiera de 2009, serían en 2019, dos décadas después, 170,000€ (lo que supone un 2.7% de retorno anual), y en el S&P500 se habría casi duplicado (195,000€), con un casi 3.4% de retorno anual.
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Otro ejemplo más alucinante es el de empresas como Amazon, Google, Apple o Microsoft, surgidas o reinventadas desde sus cenizas en los últimos 20 años. Amazon salió a bolsa el 15 de Mayo de 1997 a un precio de 18$ la acción. Hoy en 2018 el precio es de 1800$. Quien hubiera invertido 1000€ en Amazon en 1997 tendría en 2019 más de un millón de euros. Ejemplos similares, aunque menos extremos, pueden ponerse con el resto. Quien hubiera invertido 1000€ en Google en su salida a bolsa, tendrías 14,000€.
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Lo que pretendo con este primer capítulo es alimentar la curiosidad y perder el miedo a invertir, mostrando que a largo plazo, la inversión en bolsa resulta rentable y puede cambiar la vida de una persona.
Si nos fijamos en el S&P500, el índice de la bolsa americana más importante y en gran medida un reflejo de la economía mundial, vemos que a lo largo del último siglo no ha cesado de subir. Por supuesto, ha habido recesiones muy severas, marcadas por bandas grises en el gráfico. Pero en global, habiendo invertido casi en cualquier momento, a más de 10 años vista siempre se habrían obtenido retornos positivos.
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Por supuesto, es imposible acertar cuándo vendrá la siguiente crisis y cuál es el momento óptimo para invertir. De éste y otros temas hablaremos en las siguientes entradas
Evolución histórica del índice S&P500. Las bandas grises indican recesión
¿Por qué a los españoles nos asusta invertir?
En todos los círculos que he conocido he podido constatar que la idea de invertir resulta peligrosa, esotérica y hasta inmoral. Todos habremos escuchado frases de “fulanito invirtió en bolsa y lo perdió todo”, “con la bolsa nunca se sabe, viene una crisis y te quedas sin nada. El dinero mejor en el banco”. Particularmente en España, esta mentalidad es pertinaz. Se mezcla la aversión al riesgo, con el desconocimiento y con un cierto tufillo moralizante que viene a considerar mezquino y triste vivir pensando en el ahorro y el dinero.
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Permitiéndome un paréntesis histórico, apunto a la arraigada tradición católica como una de las posibles causas. El cobro de interés fue condenado por la Iglesia Católica ya en el concilio de Nicaea (325 d.C.), y más adelante por distintos Papas a lo largo de la Edad Media. Es por ello que la banca fue originalmente una actividad ejercida por los judíos, que quedaban exentos de dicha prohibición. Con la reforma religiosa se produce un cambio de mentalidad en los países protestantes, y por ejemplo Inglaterra regula el cobro de intereses ya en el año 1545, estableciendo un límite máximo del 12% bajo el reinado de Enrique VIII. Más tarde se iría rebajando el tipo máximo y ampliando la legislación, tras establecer que “el tipo de interés juega un papel fundamental en el bienestar económico de la nación”.
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Fue precisamente en esta época cuando España empieza a quedar rezagada del resto de naciones europeas, que comienzan a marcar distancias en todos los campos: científico, tecnológico, militar, cultural, y también económico. El fenómeno de la corporación surge en los Países Bajos e Inglaterra con las compañías de Indias. Ya en el SXVII, estas sociedades anónimas eran verdaderas empresas en el término moderno de la palabra, que emitían acciones y permitían a cualquiera ser partícipe de la riqueza que generaban mediante reparto de dividendos. Tema a parte son las prácticas empleadas de trabajo forzado y explotación que llevaron a cabo, pero en esencia fueron estas empresas, y no los estados, los artífices de la expansión colonial. A menudo se piensa que detrás de todo el proceso de exploración y conquista estaban las monarquías, pero fueron en realidad estas sociedades las que construían navíos, contrataban tripulaciones y hasta ejércitos de mercenarios para llevar a cabo las misiones de exploración, conquista, y establecimiento de colonias y rutas comerciales, que explotaban en régimen de monopolio concedido por la corona. Este fenómeno tarda más de un siglo en llegar a España, al igual que otra serie de cambios (el Banco de Inglaterra se funda en 1694 mientras que el de España en 1829).
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